NARRATIVA
1. JOSÉ FELIX FUENMAYOR
1. JOSÉ FELIX FUENMAYOR
José Felix Fuenmayor (Barranquilla-Colombia; 1885-1966). Fue uno de los miembros fundadores, junto con el catalán Ramón Vinyes, del llamado "Grupo de Barranquilla". Que a partir de 1940 reunía en el pintoresco bar La Cueva a la nueva generación de jóvenes escritores barranquilleros: Álvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez, el pintor Alejandro Obregón, el artista Orlando Rivera, apodado "Figurita", el industrial Julio Mario Santodomingo y el crítico Germán Vargas, entre otros. En realidad, todo el mundo cabía en La Cueva, a partir de las 6 p.m. para tomar ron, whisky y cerveza. Y dialogar sobre libros.
José Félix Fuenmayor, con un vaso de whisky en la mano, hablaba acerca de la maestría en el tratamiento de los temas, enseñaba a no caer en lo folclórico y en descubrir, para la narración, lo esencial, así lo esencial asuma la forma de un simple detalle.
Fue un poeta precoz, publicando a los 25 años un libro de versos, Musa del trópico, que incluía traducciones del francés y del italiano. Fundó el periódico El Liberal que dirigió por varios años. Animó las revistas Mundial y La Semana Ilustrada. En 1928 publicó la novela Cosme, elogiada por los escritores colombianos más célebres del momento. Ese mismo año dio a luz su cuento fantástico Una triste aventura de catorce sabios.
En 1967 aparece su libro de cuentos, La muerte en la calle, en las ediciones Papel Sobrante de Medellín. Esta obra también fue editada por el Insituto Colombiano de Cultura, la Editorial Sudamericana de Buenos Aires y por la Casa de las Américas, de la Habana, Cuba. Son estos cuentos, precisamente, los que influyeron desde el punto de vista narrativo sobre la formación de los autores del grupo.
Gabriel García Márquez compara la técnica de escribir cuentos de Fuenmayor con la de Rulfo: "Ambos tienen en común la manera única de contar cualquier cosa, hablada o escrita, con una naturalidad que no tenía nada que ver con el naturalismo, y que por lo mismo tenía algo de sobrenatural".
Una de sus obras es “Las brujas del viejo Críspulo”.
LAS BRUJAS DEL VIEJO CRÍSPULO
No, Don Pepe, brujas como esas de que usted me da noticia no las tenemos por aquí. Las brujas de nosotros no se empandillan por hacer daños en los sembrados; tampoco se juntan en montonera chillando y dando brinquitos de bailarinas. Y no faltaba más, que se enfiestaran con el Demonio, si hasta le sacan el cuerpo cuando pueden, porque siempre lo tienen detrás. Y no voy a negarle que algunas han echado su monstruo al mundo; pero jure usted que se las cogerían dormidas, pues de voluntad no encontraría una sola el tal Satanás que se le pusiera de candelero. Otra cosa le digo: no saben montar palo de escoba. Y ni hablar de ninguna parecida a esas grandes señoras que usted me cuenta, muy casadas, a quienes sus grandes señores, poco maridos, dejaban solas y encerradas por muchos días; y esperando entraban en comezón, y se volvían lobas de noche para salir a rascarse en las perrerías. Porque acá no se dan de esas. Nuestras brujas no pican de encopetadas ni pecan por picazón. Ni piensan siquiera en tener hombre a la mano. Su vida es un desamparado pasar como el de esas otras que usted me dice de tan humilde condición que dan lugar a que los diablos traperos, recogedores de almas para el Infierno, se equivoquen, cuando ellas mueren, y les ponen el saco recolector en el trasero.
Usted podrá encontrar por ahí unas cuantas mujeres, viejas las más, medio empelechadas y con buena olla al fogón, vendedoras de yerbas milagrosas, oraciones contra maleficios, cocimientos para el amor: no se dejen engañar, esas las echan pero no son. Brujas de verdad, la de la señora Indalecia y la de la señora Encarnación. Le voy a contar sus historias, y no espere que se le pongan los pelos de punta. Sus correrías lo desilusionarán. ¿Qué salen a hacer nuestras brujas? Simplemente a buscar comida.
Primero la de la señora Encarnación. Ella le había dado en alquiler un cuarto en el patio de la casa a una mujer algo joven y bien parecida a quien todas las mañanas le amanecía sentada ante una mesita con hortalizas que ponía a un lado de la calle, junto a la cerca de la casa. Ese era su negocio. De dónde sacaba los rábanos, la lechuga, el ají, la señora Encarnación no lo sabía. Pero una mañana no vió a la mujer en su puesto de costumbre y fue a averiguar qué le pasaba. La llamó desde afuera y ella contestó que empujara la puerta y entrara. Así lo hizo la señora Encarnación y encontró a la mujer acostada en el piso al pie de la cama a donde no pudo subir porque en el último momento le faltaron las fuerzas. Se le veían dos heridas, una en la cabeza y otra en un brazo. Y la mujer confesó que ella era bruja y contó que todas las noches a las doce mudaba su forma en la de una puerca y se iba derecho a La Floresta donde se cultivaban muy buenas hortalizas, comía hasta hartarse y luego robaba las que ponía a la venta en su mesita; pero que la noche anterior el cuidandero la descubrió y la corrió a machete, y se sentía muy triste porque con la mucha sangre que perdió se le había ido la virtud de la brujería; y su preocupación era que, incapacitada para el único trabajo que sabía, le esperaban tiempos de hambre y necesidades. La señora Encarnación le preguntó cómo hacía para cambiarse en puerca y la mujer contestó que decía: "Sin Dios y sin Santa María"." ¿Y qué haces para volver a tu natural?", continuó interrogándola la señora Encarnación. "Digo al revés: Con Dios y con Santa María", respondió la mujer. "Entonces -dijo la señora Encarnación- me está permitido ayudarte y te ayudaré, porque desde ahora quedas con Dios y con Santa María". La señora Encarnación era muy pobre; y con la carga de aquella mujer que se echó encima, su vida de privaciones empeoró más y más. Pero una noche la mujer le dijo, como quien no quiere la cosa: "Ya tengo otra vez mi sangre completa". La señora Encarnación, bajando los ojos, dijo: "Cuídate mejor, no vuelvas a perderla". La señora Encarnación terminó su historia así: Era una excelente mujer. Durante muchos años -Dios me lo perdone- fue el amparo de mi inválida vejez; pero un día no volvió y no sé qué habrá sido de ella.
Ahora, la de la señora Indalecia. Siendo ella muy niña solía pasar y repasar en sus idas y vueltas camino de su escuelita, por frente a la casucha donde vivía sola una viejita que frecuentemente la llamaba y le ofrecía rajas de melón, torrejas de patilla y otras frutas que comía con gusto. Una tardecita, cuando no eran todavía las seis pero el día estaba ya oscuro, pasó como de costumbre la señora Indalecia -que entonces era llamada Indalecita- y la viejita la invitó a entrar un momento. Entró, la viejita la llevó al patio y en su presencia comenzó a desnudarse e iba poniendo la ropa en un matorral. Después le dijo: "Mijita, el favor que te pido es que me cuides mi ropita. Espérame aquí, voy a buscar unas patillas y no tardaré en encontrarlas porque ahora es el tiempo". Enseguida la viejita, toda en cueros, sacó del mismo matorral un garabato y picándose con él una parte que la señora Indalecia no quiso nombrar, se convirtió en zorra y se fue corriendo. La señora Indalecia dice que por un lado salió la zorra y por otro ella disparada y no paró hasta su casa a donde llegó muerta del susto; que jamás volvió a pasar por aquella calle, ni como Indalecita ni como señora Indalecia; y que al fin la viejita fue muerta como zorra, cosa que todo el mundo supo, y sucedió de este modo: una noche Tobías, el muchacho de la rosa del compadre Sóstenes, salió a echarle un vistazo a los sembrados; aunque la luna estaba en menguante alcanzó a ver un animal por los lados del patillar; le tiró con la escopeta y quedó seguro de haberle dado porque lo vio voltearse y caer detrás de un barranquito, pero dejó el cogerlo para cuando aclareará: y a la salida del sol lo que encontró allí fue a la viejita muerta. "Estaba desnuda y con un garabato enganchado en salva sea la parte", dijo la señora Indalecia.
2. Marvel Luz Moreno Abello
Nació el 23 de septiembre de 1939 en el aristocrático barrio El Prado de Barranquilla, principal puerto fluvial y marítimo de la costa caribe colombiana y murió en París en 1995. Pertenece a una familia de la alta burguesía en vertiginosa decadencia económica pero en condiciones de mantener las apariencias sociales.
Su madre, Berta Abello Falquez, desciende de una vieja familia de rancia aristocracia que cuenta entre sus antepasados un almirante de la marina militar española, un gobernador y un renombrado alcalde de Barranquilla. Su padre, Benjamín Moreno, descendiente de una familia de la buena burguesía de Cartagena de Indias, mestizada con judíos holandeses y con indios caribes, es un apreciado abogado de la ciudad.
En octubre de 1939 es bautizada con el rito católico. Dos años después nace su único hermano Ronald Eduardo. Se cría en un ambiente casi exclusivamente femenino y la primera educación la recibe de su abuela materna, personaje capital en la vida de Marvel pues le inculca desde pequeña la curiosidad hacia el saber y hacia la necesidad de conquistar su independencia personal. En 1944 la madre la matricula en el colegio religioso de « Nuestra Señora de Lourdes », donde comienza la primaria y donde tres años después recibe la primera comunión. Su padre la inicia a la música y a la lectura con una buena orientación hacia los clásicos.
En 1950 empieza brillantemente los estudios de secundaria en el colegio « La Enseñanza », de las religiosas de la Compañíade María del cual es expulsada por haber defendido a Darwin contra la Doctrina de la Iglesia y el dogma católico que niega las teorías evolucionistas. Pierde la fe católica. Lee en lágrimas la novela María del romántico Jorge Isaacs; también muerta de risa leerá quince veces El Quijote y una muerta de llanto, como amaba recordar. Se traslada a un colegio público que acoge muchachos de las clases populares pero se ve obligada a interrumpir los estudios a los diez y seis años.
Es autora de los libros
En diciembre llegan las brisas (Novela)
Historia de una señora bien (Cuentos)
Cuentos completos (Reedición, 2005)
POESÍA
1. Luis Carlos López
(Cartagena de Indias, 1883-1950) Poeta colombiano. Llamado popularmente el Tuerto López, a causa de su estrabismo, su obra se sitúa en la órbita del posmodernismo.
Estudió en el Colegio La Esperanza y en la Universidad de Cartagena, donde tuvo que abandonar sus estudios de medicina cuando fue preso durante la guerra de los Mil Días. Simultáneamente recibió cursos de dibujo y pintura en la Escuela de Bellas Artes. Desde 1901 dirigió la revista literaria Juventud, y luego, en compañía de su hermano José Guillermo, fundó el diario La Unión Comercial; colaboró además en las revistas literariasLíneas y Rojo y Azul. Su obra periodística se caracteriza por su claro compromiso político.
Aunque su carrera diplomática fue breve, se desempeñó como Cónsul de Colombia en Munich (1928) y en Baltimore (1937). Dedicó gran parte de su vida a administrar un almacén que le dejó su padre. Una enfermedad circulatoria le llevó a la tumba, en su natal Cartagena, la ciudad de su caricaturesca poesía.
La inclinación escéptica de López le permitió confeccionar una obra irreverente, a veces anticlerical, siempre realista y sonora, poblada de un alegre grotesco, lleno de ironías, retratos psicológicos y paisajes que muestran el provincianismo colombiano de su tiempo. Su humor posmodernista remite, en parte, a José Asunción Silva. Las influencias que conforman su lírica abarcan desde los clásicos grecolatinos a Voltaire, Nietzsche y Shopenhauer, pasando por los poetas orientales.
Con un lenguaje travieso y burlesco desde su misma rítmica, su poesía excluye todo idealismo romántico y se ocupa en cambio de lo intrascendente y lo monótono, de la pacatería y del destino cursi, protagonistas, al fin y al cabo, de la vida cotidiana, aceptando y a la vez escamoteando lo trivial. Con su gracia, entre divertida y demoledora, el poeta disuelve lo pomposo y trascendente, ya como estilo, ya como actitud. La introducción de registros carnavalescos (la fiesta, el juego, la burla) muestra una escritura que prefiere el malabarismo de tinte malicioso y la desacralización como maniobra del lenguaje.
Parte de su producción no llegó a ver la luz en vida, pero sus méritos fueron reconocidos por poetas contemporáneos como Miguel de Unamuno, Gerardo Diego, Rubén Darío y Vicente Huidobro. En Madrid publicó De mi Villorrio (1908), Posturas difíciles (1909),Varios a varios (1910) y, más tarde, Por el atajo(Cartagena, 1920). Reeditado en varias ocasiones entre 1956 y 1985, la Biblioteca Ayacucho recogió posteriormente la totalidad de su Obra poética (1994).
Uno de sus poemas es:
LOS QUE LLEGARON DE PARIS
“¿No es verdad, paloma mía,
Que están respirando amor”
José Zorrilla
Ceñido flux de pederasta, flor
fragante en el ojal,
mostachos agresivos de tenor
y muy agudo el ángulo facial.
Y la novia, la falda de color
mimoso, azul lilial,
cabellos de un rubor
de lacre, una actitud sentimental
y ojos de liebre. - Gastan el placer
de levantar – unido el canotier
con la chistera en forma de bacín-
la polvareda de la exhibición,
requiriéndose con
frases de almíbar y de pepermín.
Que están respirando amor”
José Zorrilla
Ceñido flux de pederasta, flor
fragante en el ojal,
mostachos agresivos de tenor
y muy agudo el ángulo facial.
Y la novia, la falda de color
mimoso, azul lilial,
cabellos de un rubor
de lacre, una actitud sentimental
y ojos de liebre. - Gastan el placer
de levantar – unido el canotier
con la chistera en forma de bacín-
la polvareda de la exhibición,
requiriéndose con
frases de almíbar y de pepermín.
2. Meira Delmar.
Olga Chams Eljach, poeta colombiana nacida en Barranquilla en 1921, es hija de padres oriundos de Líbano, Medio Oriente.
Desde 1937, cuando le publicaron sus primeros poemas en la revista Vanidades de La Habana, la poeta adoptó el seudónimo de Meira Delmar.
Estudió en el Conservatorio Pedro Biava de su ciudad natal, en el cual fue luego profesora de Historia del Arte y Literatura,
materias que había cursado en Roma.
materias que había cursado en Roma.
La Universidad del Atlántico le confirió el doctorado Honoris Causa en Letras, es miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua y dirigió por muchos años la Biblioteca Pública del Atlántico.
Su poesía, caracterizada por una dulce sensualidad, está contenida en los siguientes libros:
«Alba del olvido», «Sitio del amor», «Verdad del sueño», «Secreta isla», «Reencuentro», «Laud memorioso», «Huésped sin sombra», «Alguien pasa» y «Viaje al ayer», entre otros.
«Alba del olvido», «Sitio del amor», «Verdad del sueño», «Secreta isla», «Reencuentro», «Laud memorioso», «Huésped sin sombra», «Alguien pasa» y «Viaje al ayer», entre otros.
Falleció en Marzo de 2009.
Entre sus poemas está:
El milagro
Pienso en ti.
La tarde,
no es una tarde más;
es el recuerdo
de aquella otra, azul,
en que se hizo
el amor en nosotros
como un día
la luz en las tinieblas.
no es una tarde más;
es el recuerdo
de aquella otra, azul,
en que se hizo
el amor en nosotros
como un día
la luz en las tinieblas.
Y fue entonces más clara
la estrella, el perfume
del jazmín más cercano,
menos
punzantes las espinas,
la estrella, el perfume
del jazmín más cercano,
menos
punzantes las espinas,
Ahora,
al evocarla creo
haber sido testigo
de un milagro.
al evocarla creo
haber sido testigo
de un milagro.
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